Las primeras generaciones que habitaron Galipán no contaron con servicios de salud. Las enfermedades y emergencias eran atendidas mediante el uso de remedios caseros y yerbas de la medicina tradicional. Las heridas graves eran “sanadas” con cipo de café el cual servía para detener el derrame; a los picados por culebra les aplicaban un torniquete para impedir que el veneno circulara mientras alguien chupaba o exprimía el sitio de la picadura para extraer el veneno. Algunos pobladores fallecían por falta de atención médica adecuada, ante enfermedades gastro-intestinales, disentería, fiebres altas, entre otras; o cuando ocurrían accidentes graves. El control de parásitos era efectuado a discreción en cada familia, mediante medicinas terriblemente desagradables, aunque muy efectivas.
La atención odontológica en Galipán no funcionaba; quienes estudiaban en Caracas y también sus padres asistían a los Puestos de Socorro, hospitales públicos o médicos privados. Durante algunos años del Galipán de Ayer funcionó la visita del Servicio de Sanidad y Asistencia Social, quienes periódicamente revisaban las casas y fumigaban contra chipos, piojos, garrapatas y otras plagas. La expresión “viene la Sanidad” se traducía en un hecho importante que ameritaba la limpieza rigurosa de las casas. Por su parte, las parturientas no tenían control médico y, al momento de los dolores de parto, eran atendidas por una partera, la cual era buscada con gran premura, sin garantizar que llegara a tiempo para el nacimiento de las criaturas. Ocurrieron casos en que el parto se complicó con derrames, en los cuales mujeres muy jóvenes fallecieron por falta de atención médica adecuada.